Portada » Entender cómo funciona el cerebro de los niños para educar con empatía
A veces, los niños tienen ciertas conductas que los padres no podemos comprender; hacen ciertas cosas que no conseguimos entender cuál es su origen, objetivo y motivación. Y a veces, la razón la podemos encontrar a nivel cerebral, sin embargo, muchas a veces a los padres se nos escapan estos conocimientos. A fin de cuentas, entender cómo funciona el cerebro de los niños, nos ayudará a comprender sus conductas, empatizar con ellas y educarles mejor.
Seguro que más de una vez sus hijos o hijas actúan de una manera descontrolada, así como sin pensar, que no saben a qué se debe.
Para su tranquilidad les informamos de que existen motivos de origen cerebral, entre otros, que lo justifican y es que la corteza prefrontal está en proceso de maduración y acá les decimos que paciencia, hay investigaciones que dicen que no termina de madurar hasta los 20 o 25 años de edad.
Hay dos características fundamentales que toda madre y padre así como todo docente deben conocer:
– En primer lugar, es importante saber que nuestro cerebro se desarrolla de atrás hacia adelante. Esto lo que quiere decir es que primero se activan las zonas sensitivas, es decir, todo lo relacionado con los sentidos y la información que nos llega a través de ellos. Después se desarrollan las zonas motoras, es decir, la parte del cerebro encargada de gestionar todas las acciones que tienen que ver con el control de los movimientos voluntarios: caminar, hablar, escribir…
– Y en segundo lugar, es importante saber que nuestro cerebro se desarrolla desde el lado derecho, es decir, primero nuestra parte más emocional, al lado izquierdo, es decir, el pensamiento, la razón y el lenguaje.
Paul Maclean, neurocientífico norteamericano con grandes aportaciones al mundo de la neurociencia, decía que es como si en nuestra cabeza convivieran un cocodrilo, un caballo y un ser humano, y que las decisiones fueran tomadas entre los tres. Sin embargo, no siempre se ponen de acuerdo. Y esto lo vamos a unir con su teoría del cerebro triuno (1960), ya que entenderla nos ayudará a comprender y por lo tanto respetar más a nuestros hijos e hijas.
La teoría del cerebro triuno nos dice que nuestro cerebro no es único, sino que está compuesto por tres cerebros, y son los siguientes:
– El cerebro reptiliano – El cocodrilo
Este está compuesto por el cerebelo y nos resulta necesario para el control de actividades motrices, como montar en bicicleta, tocar un instrumento o dibujar. También está compuesto por el tronco encefálico, que es el encargado de transmitir la información sensorial.
Este cerebro es el más antiguo de todos, con más de 400 millones de años y es el encargado de asegurarnos nuestra supervivencia, pero también regula nuestra presión sanguínea, nuestra respiración y nuestra temperatura. Esto quiere decir que ante una situación de peligro, dos personas muy distintas, respondan de la misma manera.
Por lo tanto, si comparamos este cerebro con la metáfora de Maclean, nos referimos al cocodrilo.
– El cerebro límbico – El caballo
Este es algo más complejo, con algo más de 150 millones de años, y se encuentra justo encima del reptiliano. Este cerebro representa las emociones como la alegría, la tristeza, el asco, el miedo… y acumula también recuerdos de experiencias pasadas. Tiene mucha influencia sobre nuestro comportamiento. Cuando damos un golpe en la mesa, como respuesta a un enfado, el encargado de esta acción fue el cerebro límbico.
Este cerebro estaría representado por el caballo.
– El cerebro neocórtex – El ser humano
Por último, la parte más evolucionada del cerebro y con solo dos o tres millones de años. Su función principal es gestionar las emociones y las capacidades cognitivas como son la concentración, la memoria, elección de la conducta, la autorreflexión, la resolución de problemas, entre otros. De este cerebro sale la lógica y la razón, por lo tanto, nos permite leer, planificar, sumar, entre otros. Este cerebro nos diría si el golpe que dimos antes en la mesa fue el adecuado.
Este correspondería al cerebro humano, siguiendo la metáfora anterior.
Además el cerebro está divido en dos partes, los llamados hemisferios cerebrales, conectados entre sí por el llamado cuerpo calloso, que permite el paso de información entre ambos.
– Por un lado tenemos el hemisferio derecho, encargado de los pensamientos como la imaginación y la pintura (es decir, los pensamientos más creativos) o de las reacciones más emocionales o intuitivas.
– Por otro lado está el hemisferio izquierdo, que es el más dominante en la mayoría de las personas, responsable de los aspectos más lógicos del pensamiento como son las habilidades para las matemáticas, para escribir o para hablar.
Sabiendo esto, ¿Qué hemisferio conectan antes nuestros hijos? Efectivamente el derecho, porque son más emocionales y no tienen desarrollado aún del todo su cerebro humano. Por otro lado, ¿Qué cerebro conectamos nosotros antes? Claramente el izquierdo.
Los invitamos a que cuando estén con sus hijos e hijas, conecten más su hemisferio derecho, saquen su niño y niña interior, y disfruten más del aquí y ahora, aprendiendo de nuestros hijos e hijas.
Cuando se trata de estimular el desarrollo de los bebés y niños pequeños, los sonidos del lenguaje son clave ya que activan diferentes áreas del cerebro relacionadas con la coordinación y la producción de movimientos motores.
Por eso es muy importante hablarles incluso antes de que digan su primera palabra. El maravilloso cerebro de tu hijo va guardando toda la información que escucha para después emitirla por sí mismo.
Por eso, además de darles todo el cariño del mundo, debemos estimular su desarrollo a través de la repetición de las rutinas diarias que no solo le darán seguridad, son también un marco que ayuda a estructurar al pensamiento.
El cerebro de los niños necesita de motivación, estímulos y emociones para aprender. Si la tarea que tienen ante sí, sea la que sea, es aburrida su esfuerzo e interés no serán los mismos. El aprendizaje debe contemplar la emoción.
Entre las emociones que los niños van a sentir, también está la vergüenza. Esta es una de las emociones más básicas que pueden sentir y, si bien es desagradable, también es válida. Sin embargo, es un estado emocional que, al igual que ocurre con el enfado, el aburrimiento, la frustración o el miedo, no fomenta el aprendizaje de los niños. Tanto maestros como padres debemos gestionar los estados emocionales que dificultan que el cerebro de los niños aprenda correctamente.
¿Y qué ocurre en concreto cuando sienten miedo? Pues que el aprendizaje desaparece. Ante una situación de temor o peligro se activa el ‘cerebro emocional’ de los niños que, a su vez, como respuesta a esa sensación, va a desencadenar un sentimiento de ansiedad. La amígdala registra esta información y activará las estructuras encargadas de preparar al organismo para enfrentarse o huir.
La leche materna, además de proteger inmunológicamente al bebé, le ayuda enormemente a su desarrollo cerebral. ¡Es uno de los mejores estímulos que hay con un impacto tremendamente positivo! ¿Qué más podemos hacer para estimular su cerebro según vayan creciendo?
– Elegí para tu hijo juguetes estimulantes y manipulativos. Y también cuentos de su gusto que muestren valores y moralejas.
– Fomenta su curiosidad y motivación intrínseca.
– Permití que cometa sus propios errores y celebra sus esfuerzos y logros.
– Brinda tiempo de ocio y juego libre no dirigido al aire libre, así como tiempo de calidad en familia.
– Hacelo sentir importante y querido, parte de su grupo.
– Apuesta por las actividades que desarrollen la imaginación y el juego simbólico y limita el uso de las nuevas tecnologías.
– Asegurate de que duerme y descansa las horas necesarias para su edad.
– Dale abrazos, muchos, cada día ¡cuantos más mejor! Con el afecto no solo se libera dopamina (la hormona del placer) y oxitocina (la hormona del amor), también se fortalece el autoestima y la seguridad.